Desde la década de 1990, la TMM ha sido desarrollada por economistas y profesionales de los mercados financieros en EE.UU., como Randall Wray, Warren Mosler, Stephanie Kelton, Pavlina Tcherneva, así como William Mitchell en Australia. El representante alemán más importante es Dirk Ehnts, cuyo libro “Geld als Kredit” (“Teoría Monetaria Moderna y Macroeconomía Europea”) fue fundamental para este artículo y es también la fuente de la presentación de la cuenta T. Los economistas de la TMM hacen referencia a los siguientes predecesores históricos y a sus ideas: Abba Lerner (la inflación y el desempleo son cruciales, no la deuda nacional), Georg Friedrich Knapp (el dinero deriva su valor de los impuestos estatales), Alfred Mitchell Innes (el dinero crediticio se forma con igual deuda), John Maynard Keynes (los gastos de uno, siempre constituyen los ingresos de otro), Wynne Godley (los ingresos son iguales a los gastos también a nivel sectorial), y Hyman Minsky (el dinero crediticio conduce a la susceptibilidad de crisis del sistema financiero).
La TMM es en gran medida puramente descriptiva y analiza el estado actual de nuestro sistema monetario. La metodología consiste en hacer un seguimiento empírico de las prácticas del sistema financiero y de los ministerios de finanzas, así como de las transacciones contables entre todos los participantes privados y estatales. Aplica un análisis adicional de los balances de los distintos sectores (privado, estatal, exterior), que corresponde a la contabilidad a nivel macro. Según esta metodología, los resultados de la TMM también son falsables, lo que es único en la teoría monetaria. En cuanto a esta parte descriptiva, no existen objeciones científicas. Es precisamente esta parte descriptiva de la TMM la que este artículo trata de resumir.
Además, también hay una parte normativa, en la que los economistas de la TMM sacan conclusiones de su análisis. Presentan diferentes ideas para la gestión sensata de la política monetaria y fiscal que podrían iniciar cambios de gran alcance. Como es lógico, esta parte de la teoría suele suscitar oposición y polémica, por sus profundas implicaciones políticas. Sin embargo, las objeciones suelen ser generalizadas y compensan la falta de argumentos válidos contra la parte descriptiva. En aras de conseguir una imagen completa, lo que sigue es una visión general del elemento normativo de la TMM. Los economistas de la TMM coinciden en que la cantidad de deuda pública es en sí misma insignificante y no merece mayor atención. Aconsejan considerar en su lugar las cifras del desempleo y la inflación, porque estos son los dos fenómenos reales que deben controlarse realmente. Por tanto, centrarse en la deuda pública no tiene sentido, ya que no hay pruebas empíricas de causalidad entre la deuda pública y la inflación. Los economistas de la TMM llegan así a la provocadora conclusión de que, mientras no haya una inflación significativa, el Estado puede ejercer su monopolio de creación de dinero y gastarlo en sus políticas democráticamente decididas. Preferiblemente, debería hacerlo mediante la creación de trabajo. Los economistas de la MMT a veces lo expresan sin rodeos diciendo que si el desempleo es demasiado alto, entonces la deuda nacional es demasiado baja. En cuanto a la política monetaria, los economistas MMT recomiendan hacer frente a la inflación ajustando los impuestos en lugar del tipo de interés clave, ya que un tipo de interés clave elevado suele frenar la economía real hasta el punto de provocar el aumento del desempleo. El tipo de interés clave como instrumento se volvería así prescindible y el pago de intereses se convertiría en una cuestión política.
Además, los economistas de la TMM han presentado una propuesta muy concreta y de gran alcance social, que sólo podemos mencionar aquí. La llamada garantía de empleo de la TMM serviría para resolver los dos problemas más importantes de la política monetaria y fiscal al mismo tiempo: el desempleo y la estabilidad monetaria. La garantía de empleo aboga por el derecho a un puesto de trabajo asegurado por el Estado para todos los que puedan trabajar, quieran trabajar y no puedan encontrar un empleo. Este programa actuaría como un fuerte estabilizador automático de la economía. En las recesiones, muchas personas pasarían del sector privado al público de la garantía de empleo, por lo que la demanda disminuiría más lentamente que en otros casos y se evitaría la deflación. El necesario gasto deficitario no provocaría inflación, ya que, por un lado, el trabajo adicional crearía servicios extra y, por otro, los empleados del sector público serían remunerados con una tasa salarial aprobada por el Estado, que ancla el precio del trabajo para contrarrestar la inflación. Una vez que se produzca la recuperación económica, más personas volverían al sector privado. Los empresarios privados podrían recurrir a una reserva de trabajadores formados del sector público, de modo que, incluso en los periodos de bonanza, la subida de los salarios y los precios se retrasaría. No obstante, si se produjera la inflación, el Estado podría aumentar los impuestos para eliminar la demanda del sistema. Independientemente de la opinión que se tenga sobre la garantía del empleo, la TMM amplía el ámbito democrático en general. El Estado posee dinero porque puede crear dinero. La deuda pública no es un problema en sí misma, sino que es la otra cara de la creación de dinero. Adoptando esta mentalidad, podríamos centrarnos en qué proyectos políticos financiar en lugar de discutir cómo financiar los proyectos políticos. Esta teoría es alentadora, sobre todo en lo que respecta a los próximos procesos de transformación en el contexto del cambio climático y las futuras crisis. Demuestra que tenemos los medios para dar forma a nuestro futuro.