13. ¿Cuándo aumenta la inflación? ¿Y por qué la deflación es un problema?
La inflación significa que el dinero pierde valor, o lo que es lo mismo, que los bienes y servicios son siempre más caros. La inflación es un fenómeno complejo. Una situación típica que conduce a la inflación es cuando la demanda aumenta más que la cantidad de bienes y servicios disponibles (o cuando la cantidad de bienes y servicios disminuye más que la demanda). La oferta monetaria es sólo uno de los factores que intervienen. También depende de la cantidad de dinero que la gente ahorra. Mientras la oferta monetaria aumente, mientras la gente se limite a atesorar el dinero adicional en sus cuentas y no lo gaste, no pasará nada.
Igual de importante es si la producción de bienes y servicios aumenta o disminuye. Si la producción de valores reales aumenta a la par que la oferta monetaria, el valor del dinero se mantiene estable. Normalmente, la inflación se produce en épocas de bonanza, cuando la producción llega a su límite porque todas las fábricas trabajan a plena capacidad y prevalece el pleno empleo. Entonces los salarios suben, lo que hace que los precios suban. En estos casos, el banco central intenta frenar la creación de dinero de los bancos mediante su tipo de interés clave. Un tipo de interés alto pretende disuadir a las empresas y a los particulares de pedir más y más préstamos en la situación de bonanza. En realidad, es la propia creación de dinero de los bancos la que aumenta automáticamente en los tiempos de bonanza y, por tanto, tiende a tener un efecto inflacionista. La creación de dinero por parte del Estado, por el contrario, no suele expandirse en el auge, sino que repunta en épocas de recesión económica. Dicho esto, en teoría la creación de dinero por parte del Estado a través del gasto deficitario en el momento equivocado también podría tener un efecto inflacionista. Sin embargo, existen medios eficaces para combatir la inflación. La demanda puede reducirse de dos maneras: En primer lugar, el banco central puede subir los tipos de interés hasta el punto de que disminuya la demanda de préstamos y, por tanto, la producción de dinero en depósito de los bancos. O bien, el Estado puede aumentar sus impuestos y retirar así el dinero y la demanda del sector privado.
Más difícil de combatir es el problema contrario: la deflación. En caso de deflación, el valor del dinero aumenta. En principio, esto suena agradable para el individuo. Pero es peligroso para la economía en su conjunto. La razón es que la deflación surge cuando la demanda es demasiado baja, lo que va de la mano de la recesión y el desempleo. Los problemas de la demanda insuficiente y el desempleo se refuerzan mutuamente. Al haber poca demanda, la producción se ralentiza. Como resultado, el desempleo aumenta, lo que significa que aún menos personas tienen dinero para gastar, por lo que la demanda sigue cayendo. Los vendedores reducen sus precios para poder encontrar clientes. La caída de los precios hace que la producción sea aún menos rentable. La deflación, una vez que ha entrado en serio, conduce a una espiral descendente.
Y los bancos centrales son impotentes contra la deflación con sus tipos de interés clave. No obstante, intentarán motivar a las empresas y a los hogares con un tipo de interés clave bajo para que pidan préstamos e inviertan. Pero como no hay demanda ni beneficios que obtener, incluso un préstamo a tipo de interés cero es un riesgo demasiado grande para una empresa. Y los particulares temen por sus puestos de trabajo. Ahora todo el mundo trata de ahorrar dinero o de pagar sus préstamos durante el mayor tiempo posible. Los propios bancos no quieren conceder préstamos, por temor a no recuperar el dinero. En consecuencia, la creación de dinero a crédito por parte de los bancos se detiene. Esta dinámica es la razón por la que los bancos centrales tienen como objetivo una tasa de inflación del 2%. Intentan mantener un margen de seguridad, en el que el tipo de interés clave siga teniendo efecto. Una vez que la deflación se ha instalado, todo el sector privado – hogares, empresas y bancos comerciales – actúa de forma procíclica y la modificación de los tipos de interés no cambiará su comportamiento.
En este punto, sólo el gobierno puede salvar la economía, estimular la demanda y proteger el mercado laboral. Como el Estado no tiene que obtener beneficios y no tiene que devolver su deuda, es el único que puede actuar de forma anticíclica y nadar contra la corriente. Con la ayuda del monopolio monetario del Estado, el gobierno puede seguir gastando dinero cuando nadie más puede o quiere hacerlo.
- Sobre el tema de las crisis económicas, véase también el artículo “Estrategias económicas para gestionar la crisis: ¿Austeridad o programas de inversión gubernamental?” en esta página web.