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Cuestionario 7 of 11

b. La crisis del petróleo y el fin del Estado del Bienestar

El final de la Segunda Guerra Mundial abrió un nuevo periodo de crecimiento, prácticamente  ininterrumpido desde finales de los años cuarenta hasta mediados de los setenta. Las exportaciones  mundiales pasaron de 60.000 millones de dólares en 1948 a dos billones en 1980, lo que es un buen  indicador de la magnitud del proceso de acumulación y de la internacionalización de la economía de  aquellos años. La consolidación del Estado de Bienestar y con ello el aumento del nivel de vida en las  economías occidentales y la expansión de las inversiones internacionales se consideraba un fenómeno tan estable que se consideraba que la economía mundial estaba en una senda estable y definitiva de crecimiento económico. 

Sin embargo, a lo largo de estos años aparecieron nuevas perturbaciones económicas y el crecimiento general, así como el modelo del Estado del Bienestar, se vieron cuestionados. La tendencia estable al alza del consumo (expansión de la demanda agregada) presionó sobre los precios y las empresas siguieron recurriendo al crédito barato (bajos tipos de interés) para que el aumento de su capacidad productiva compensara los incrementos salariales que los trabajadores reclamaban constantemente. El crecimiento del gasto público (política fiscal) y de la oferta monetaria (política monetaria) se sumó al sobrecalentamiento de la economía en Occidente. Todos estos factores condujeron a una crisis en 1973, cuando los precios del petróleo se dispararon y la economía mundial entró en una fase de desorden y crisis aguda que duró hasta bien entrada la década de 1990. 

Como consecuencia de la decisión de los países exportadores de petróleo (OPEP) de aumentar el precio del barril de una forma sin precedentes, las economías occidentales, que eran importadoras netas de petróleo, vieron cómo se deterioraba su balanza comercial casi instantáneamente. Al mismo tiempo, los gobiernos seguían haciendo frente a enormes gastos. Las primeras respuestas fueron seguir llevando a cabo políticas keynesianas para aumentar la inversión pública: aumentar las prestaciones sociales mientras crecía el desempleo y ayudar a las empresas en crisis. Sin embargo, como la crisis proporcionaba cada vez menos ingresos públicos, resultó que los déficits públicos eran cada vez mayores, aumentando la deuda pública sin cesar. Todo esto trajo consigo la recesión económica en los países occidentales, combinada con una gran caída de la producción y el empleo, un aumento de los precios y la expansión de la oferta monetaria que atrajo la especulación financiera y la financiarización de la economía en su conjunto.

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