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En Progreso

Resumen

VERSIÓN CORTA

¿Qué es la economía feminista? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Cómo puede la economía feminista colmar las lagunas del discurso económico clásico? ¿Cuáles son los principales principios de la economía feminista? ¿Y cuáles son las principales desigualdades económicas basadas en el género?

Las respuestas a estas preguntas se esbozan brevemente en este artículo que sirve de introducción al tema de la economía feminista. Guía al lector a través de los orígenes de la economía feminista, aclara las principales críticas al paradigma neoclásico, introduce los principios de la economía feminista y proporciona datos globales que ilustran las desigualdades económicas basadas en el género. Un análisis más detallado de este tema está disponible en la versión larga del artículo.

1. definición de economía feminista

La economía feminista puede considerarse tanto una escuela de pensamiento económico como una acción política. Existen diferentes definiciones del término “economía feminista”. La que se menciona a continuación ofrece una explicación exhaustiva: “La economía feminista analiza la interrelación entre el género y la economía. Por lo tanto, la economía feminista también tiene en cuenta la parte no remunerada y no comercial de la economía y la sociedad, y examina las fuerzas motrices que subyacen a dicotomías comunes como económico-social, productivo-reproductivo, masculino-femenino, remunerado-no remunerado o público-privado. Además, la economía feminista analiza el patriarcado y el capitalismo como formas de dominación interrelacionadas. En este contexto, surgen preguntas sobre la distribución y disposición de la propiedad, la renta, el poder, el conocimiento y el propio cuerpo”.1

2. ORÍGENES DE LA ECONOMÍA FEMINISTA E IMPORTANTES LÍDERES DE PENSAMIENTO

Los orígenes de la economía feminista se remontan a mediados del siglo XIX; incluso en la literatura de los siglos XVII y XVIII se pueden encontrar ciertas preocupaciones sobre la situación de las mujeres. Sin embargo, adquirió importancia durante la década de 1990, cuando se utilizó por primera vez el término “economía feminista”. 

El material clave considerado como documento fundacional de la economía feminista fue el libro de Marilyn Waring “If Women Counted” (1988). Este libro supuso una crítica fundamental a la forma de medir el crecimiento económico. Waring señaló que el trabajo no remunerado de las mujeres, así como el valor de la naturaleza, se han omitido de las variables consideradas para crear la actividad económica de las naciones (sistema de cuentas nacionales). Las conclusiones de Waring provocaron la redefinición del producto interior bruto por parte de las Naciones Unidas. 

Otro hito importante fue la creación de la Asociación Internacional de Economía Feminista (IAFEE) en 1992, seguida del primer volumen de la revista Feminist Economics en 1995. 

Hay muchas académicas o “líderes de pensamiento” que han contribuido al desarrollo de la economía feminista, como la economista danesa Ester Boserup, las economistas estadounidenses Marianne Ferber, Barbra Bergmann, Heidi Hartmann o Julie A. Nelson, o la economista del desarrollo india Bina Agarwal. Una lista con más nombres de economistas feministas puede encontrarse aquí: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_feminist_economists. 

Con el tiempo, la economía feminista desarrolló su propia base teórica (conceptos, marcos analíticos, metodologías), así como iniciativas para su aplicación práctica que se convirtieron en una fuente de decisiones políticas. Poco a poco fue evolucionando en una escuela de pensamiento claramente opuesta a la economía neoclásica.

La economía feminista también ha estado estrechamente vinculada a los movimientos políticos y sociales. No es una única escuela de pensamiento económico. Es muy diversa e incluye muchas perspectivas diferentes. A lo largo de los años se han desarrollado tres perspectivas principales: la economía feminista liberal, la economía feminista constructivista y la economía feminista crítica.

3. CRÍTICAS: PARADIGMAS NEOCLÁSICOS VS. FEMINISTAS PARADIGMAS FEMINISTAS

La economía feminista critica el paradigma neoclásico y sus correlatos políticos. El paradigma neoclásico se considera la corriente principal y está arraigado en discursos y metodologías complejos y técnicos. Prevalece tanto en las instituciones académicas como en las políticas. Por otro lado, el paradigma feminista carece de una base teórica integrada y de plataformas comunes para debatir y difundir puntos de vista alternativos. 

El paradigma neoclásico opera con una figura universal llamada “homo economicus” que se considera un agente activo en el mercado laboral que es autosuficiente, egoísta y racional. El homo economicus está libre de la influencia de la sociedad y tiene preferencias claramente definidas. Opera en un mercado ideal basado en el interés propio en el que los precios son el único medio de comunicación. El Homo Economicus tiene deseos ilimitados y recursos limitados y es capaz de optimizar sus elecciones.

Por el contrario, el paradigma feminista considera a las personas como seres humanos relacionales que se definen por muchas variables (por ejemplo, el género, la edad, la raza, la clase social, la religión, las creencias, los valores, la situación migratoria, la situación familiar, etc.). Están influenciados por las sociedades en las que viven. Las elecciones de las personas están influenciadas por muchos factores, y tienen diferentes oportunidades derivadas de posiciones desiguales.

Otras diferencias entre los paradigmas neoclásico y feminista se analizan en la versión larga del artículo.

4. PRINCIPIOS DE LA ECONOMÍA FEMINISTA

Al señalar las diferencias clave entre el paradigma neoclásico y el feminista, podemos observar diferencias sustanciales y también muchos aspectos que han sido tradicionalmente descuidados en las teorías económicas. En 1998, Geoff Schneider y Jena Shackelford2 propusieron 10 principios de economía feminista como antídoto a los principios de economía ampliamente proclamados en la época, como los de Gregory Mankiw. Profesor de economía en Harvard, Mankiw aportó una revisión de diez principios económicos en su libro Principles of Economics3. Al contrastar esos principios, Schneider y Shackelford aportaron una alternativa feminista que cuestionaba los principios universalmente aceptados. La lista completa de principios se incluye en la versión larga del artículo.

5. DESIGUALDADES ECONÓMICAS BASADAS EN EL GÉNERO EN LOS DATOS

Muchos estudios de investigación discuten y llaman la atención sobre temas importantes que ponen de manifiesto las desigualdades económicas basadas en el género. Las críticas a la economía tradicional aportadas por las economistas feministas mostraron que muchos temas se descuidaban y no se tenían suficientemente en cuenta en el discurso económico, como la economía de los cuidados, el trabajo no remunerado, las diferencias salariales entre hombres y mujeres, la negociación en el hogar, el techo de cristal, etc. Las desigualdades relacionadas con todos estos temas tienen una naturaleza de género. Por lo tanto, es importante entender cuáles son las implicaciones resultantes de las desigualdades basadas en el género. Esteban y Roser presentan una visión general de los datos que ilustran las principales desigualdades en su artículo publicado en 2018.4

Según la investigación de Esteban y Roser, los datos actuales muestran los siguientes resultados:

  1. Los hombres suelen ganar más que las mujeres en todo el mundo. La diferencia salarial entre hombres y mujeres ha disminuido en las dos últimas décadas en la mayoría de los países.
  2. Las mujeres suelen estar infrarrepresentadas en los puestos directivos de las empresas.
  3. Las mujeres suelen estar sobrerrepresentadas en los trabajos mal pagados.
  4. Las mujeres tienen menos probabilidades de poseer tierras y controlar activos productivos.
  5. Las mujeres suelen tener un control limitado sobre los recursos del hogar.
  6. No en todos los países se adoptan sistemas de herencia igualitarios.
  7. En general, las desigualdades de género se han reducido considerablemente en el último siglo.

CONCLUSIÓN

En resumen, la economía feminista abarca un amplio espectro de áreas que se están investigando y contribuye a una comprensión más holística de la participación de hombres y mujeres en la economía. La economía feminista aportó nuevas preguntas y variables a la investigación económica y representa una fuerte contribución a la diversificación del discurso económico. Desempeña un papel importante en el replanteamiento de la forma de entender la economía y las fuerzas motrices que la impulsan.

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